La pintura pronto llamó a las puertas de Vladimir Kirin, de la mano de su padrino, el aclamado pintor Nikola Masic. Sin embargo, hijo de dos músicos profesionales, el arte lo llevaba ya en la sangre.
Su primera etapa académica transcurrió en su ciudad natal, Zagreb, llegándose a matricular en la Escuela Superior de Arquitectura. Sus estudios se verían interrumpidos por la Primera Guerra Mundial, en la que Kirin luchó y llegó al rango de teniente. Finalmente, resultó gravemente herido y regresó a Zagreb, donde consiguió acabar sus estudios de arquitectura.
La siguiente etapa en su formación académica la comenzó en una escuela de estudios gráficos en Londres, donde realizó ilustraciones para novelas de Oscar Wilde y Edgar Allan Poe. Cinco años más tarde se trasladó a Viena y se matriculó en la Academia de Bellas Artes. Allí entabló una buena amistad con Ferdinand Schmutzer, el prestigioso fotógrafo austríaco.
Con el establecimiento del Estado Independiente de Croacia, el gobierno Ustasha lo nombró jefe del departamento artístico del Estado y, en otoño de 1943, se convirtió en profesor titular en la Academia de Bellas Artes de Zagreb, en la asignatura Dibujo Aplicado y Perspectiva.
Entre sus obras destacan el diseño de la “Colección especial de Matica hrvatska” dedicada al 1000 aniversario del Reino de Croacia; sus precisos retratos de ciudades y edificios arquitectónicos.
Pero aquí lo recordamos por las ilustraciones de una de las más grandes obras literarias: “Don Quijote”. Su trabajo en el libro de Cervantes fue publicado por la editorial Prosvjeta en Zagreb en 1960 y cuenta con 16 de sus impresionantes ilustraciones en color, en un estilo que recuerda a los cuadros costumbristas de Goya.
El legado artístico de la familia Kirin, que comenzaría con la música y continuaría con la
arquitectura y la pintura, se completó con la escritura. Maja Gluščević, la hija mayor de
Vladimir Kirin, fue una de las más relevantes autoras croatas de prosa dedicada a la naturaleza.
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