Españoles y Croatas juntos en la Batalla de Lepanto.

El 7 de octubre de 1571 se libró en el Golfo de Lepanto la que fue la mayor batalla naval de la historia con barcos a remos. Los contendientes fueron, de una parte, el Imperio Otomano, que se encontraba todavía en expansión por el sudeste europeo y por el Mediterráneo; y, por otra parte, la llamada Santa Liga, constituida por España, Venecia, Malta, Saboya, Parma, Génova, Toscana y los Estados Pontificios.

La participación española en esta batalla es bien conocida, pues el comandante de la flota era el joven Don Juan de Austria, hijo ilegítimo de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, y el Rey de España, Felipe II, contribuyó 66 galeones a la flota aliada (de un total de 206 galeras), más cerca de 10.000 infantes españoles (de un total 28.000), que fueron vitales para la victoria. También es célebre la presencia del escritor Miguel de Cervantes en la batalla, que durante los años siguientes lució con orgullo sus heridas, y es frecuentemente referido como “el manco de Lepanto”.

Menos conocida –al menos en España-, es la participación de habitantes de la actual Croacia (dálmatas, istrianos…) en Lepanto, pues combatían bajo el estandarte veneciano, pero su participación no fue menor. Según los registros de la batalla, se contabilizan cinco galeras provenientes del territorio de la actual Croacia, más una de Koper/Capodistria (actual Eslovenia) y otra de Kotor/Cattaro (actual Montenegro). Una adicional de Sibenik –la “San Jorge”- se mantenía en la reserva, mientras que otras dos galeras preparadas para la flota –una de Zadar y otra de Korcula- no pudieron participar por haber sido dañadas o destruidas por la flota otomana en sus ataques iniciales por la costa Dálmata.

Del lado izquierdo de la flota –bajo el mando del comandante veneciano Agostino Barbarigo- se situaban las naves “San Nicolás”, de Cres, , y “Cristo Resucitado”, de Krk, capitaneadas, respectivamente, por Nikola Dražić (Colane Drascio) y Ljudevit Cikut (o Lodovico Cicuta). En el centro –acompañando a Don Juan de Austria- se colocaron las naves “Il Leone”, de Koper, y “San Jerónimo”, de Hvar, al mando, respectivamente, de Domenico del Tacco y de Giovani Balzi. Y, finalmente, en el ala derecha, dirigida por el almirante genovés Gian Andrea Doria, se encontraban las galeras de Rab (“San Juan”), Kotor (“San Trifón”), y Trogir (“La Donna”), comandadas por Giovanni de Dominis, Ieronim Bizanti y Alvise Čipiko.

Además de dichas galeras, se calcula que quizá hasta 10.000 miembros de la tripulación y remeros de la flota de la Santa Liga, eran dálmatas, istrianos o de las bocas de Kotor, pues era la gente de mar de gran prestigio, y la armada veneciana dependía en gran medida de ellos para tripular sus barcos. Resulta también significativo que el piloto de la nave capitana –“La Real”-, en la que se encontraba Don Juan de Austria, era el nativo de Perast, Petar Stjepkov Markovic. Otros muchos barcos de Dubrovnik contribuyeron al aprovisionamiento de la flota, pero no participaron en la batalla debido a su neutralidad en el conflicto.

La batalla, como se sabe, fue cruenta, y cayeron más de 10.000 muertos del lado de la Santa Liga, mientras que las bajas del lado otomano fueron más del doble. Las galeras dálmatas e istrianas sufrieron especialmente: Las galeras “San Trifón” y “La Donna” fueron hundidas, y la “San Juan” y “San Nicolás” soportaron combates tan intensos, que perdieron a la mayor parte de su tripulación. Las galeras “Cristo Resucitado” y “San Jorge” tuvieron que ser abandonadas por los daños sufridos.

Sin embargo, el resultado de la contienda fue un resonante triunfo de la armada de la Santa Liga, una victoria que fue celebrada con euforia por toda la costa dálmata, que sufría de manera más directa la amenaza otomana. Todavía hoy, en la actual Croacia, se encuentran reminiscencias de aquella victoria. Una de ellas es la escultura del dragón que adornaba la proa de la galera “San Jerónimo”, cariñosamente apodada “Zvir” (la bestia), que se conserva intacta en el museo del arsenal en Hvar. Y Trogir también cuenta con su reliquia, que es la escultura de un gallo que se encontraba en el espolón de proa de una nave turca capturada por “La Donna”, y que hoy se exhibe en el palacio Cipiko, hogar del capitán de la galera de Trogir. Son, probablemente, las dos únicas piezas que quedan de los más de 400 barcos que combatieron en Lepanto. También, en una capilla de Hvar, sigue presente la imagen del Rey de España, Felipe II, en agradecimiento por haber contribuido a la derrota de los otomanos. Y, en fin, permanece el recuerdo en el folklore a la gloria de la batalla, pero también de sus dolorosas pérdidas, sentimientos que capta el músico croata Ljubo Stipšić en su canción “Kod Lepanta, sunce moje”.

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