Un rey castellano en la Podravina

¿Qué conexión podría haber entre una pequeña localidad de la Podravina y un rey medieval castellano-leonés? Pues, por increíble que parezca, ¡la hay! Tenemos que remontarnos a 1844, al norte de la actual Croacia, a orillas del río Drava, cerca de Djurdjevac. En ese año, las autoridades de la frontera militar de la monarquía Habsburgo decidieron trasladar el asentamiento de Brod, que sufría regularmente inundaciones por las crecidas del Drava, a una nueva localización mejor protegida por la altura de una colina. El coronel Filipović y el capitán Tarbuk llamaron el nuevo asentamiento “Ferdinandovac”, en honor al entonces Emperador Fernando. Y, con ese mismo espíritu, el párroco de la nueva localidad anunció que su iglesia estaría consagrada a San Fernando, rey medieval de Castilla y León, y santo patrón del Emperador. No era una práctica extraña, pues encontramos iglesias dedicadas, por ejemplo, a Santa Teresa de Ávila, desde Ravna Gora (en las montañas de Gorski Kotar) hasta Subotica (en la Voivodina de Serbia), todas ellas probablemente en honor de la emperatriz Maria Teresa de Austria.

Curiosamente, el emperador Fernando de Habsburgo era descendiente lejano del rey castellano-leonés, si bien no se le puede describir como el más brillante de los Habsburgo: como resultado de los lazos de consanguinidad de sus ascendientes, heredó diversas enfermedades incapacitantes, incluyendo debilidad mental, hidrocefalia y fuertes ataques de epilepsia, que le hacían poco apto para el trono, y, tras la revolución de 1848, le llevaron a abdicar la corona en su sobrino, el célebre Francisco José. Aun con todo, cuando se retiró en el castillo de Praga, era conocido en la ciudad como Fernando “el Bueno”.

Su homónimo, Fernando III de Castilla, llamado “El Santo”, dejó una huella mucho mayor en la historia de su país. Se le recuerda por tres hechos fundamentales: primero, fue el monarca que unificó definitivamente las coronas de Castilla y de León, hasta entonces separadas. Segundo, fue uno de los reyes que dio mayor impulso a la “Reconquista”, ampliando enormemente las fronteras de su reino, y conquistando las ciudades de Jaén, Murcia, Córdoba o Sevilla. Y, tercero, durante su reinado se introdujo, por primera vez, el uso oficial del castellano en la corte, donde, hasta entonces, se utilizaba el latín para los textos palatinos. Pero, además, fue un gran impulsor de la cultura, impulsando la recientemente creada universidad de Salamanca, iniciando la construcción de las espléndidas catedrales de Burgos, León y Toledo, y acogiendo en su corte a poetas, juglares y sabios: el mismo rey Fernando compuso cantigas y preparó, para su hijo, un libro de consejos para el buen gobernante, redactado con la participación de 12 sabios. Tras su muerte en Sevilla, después de 35 años de reinado, se inició un culto popular a su figura. A pesar de haber pedido ser enterrado de manera sencilla, su hijo, Alfonso X, le construyó un mausoleo en la catedral de Sevilla, debajo de la llamada Virgen de los Reyes, donde el cuerpo de Fernando III reposa incorrupto. Entre los que promovieron su canonización se encuentra el pintor Bartolomé Esteban Murillo, que reunió muestras del culto popular hacia Fernando III, así como testimonios de milagros sobre aquellos que acudían a la tumba del rey para pedir ayuda. Finalmente, en 1631, el Papa Clemente X formalizó la canonización, convirtiéndose en “San Fernando”, y estableciéndose el 30 de mayo –fecha de su muerte- como día de su festividad. Los ingenieros militares le escogieron como patrón, quizá por su éxito conquistando tantas ciudades fortificada.

Volviendo de Castilla a la Podravina, no es casualidad, por lo tanto, que Ferdinandovac hubiese sido fundada, inicialmente, por un grupo de ingenieros militares. Ni que la fecha en la que la ciudad celebra su festividad sea, precisamente, el 30 de mayo. Como queda poco para esa fecha, ¡felicitamos a los habitantes de Ferdinandovac!

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